Quinquela Martin

Quinquela Martín y sus contemporáneos

El Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén se honra en presentar esta muestra de obras de Benito Quinquela Martín y sus contemporáneos que, por primera vez, visita esta región.

Tiene la pretensión de poner en valor a extraordinarios artistas que compartieron un barrio y una bohemia que les permitió configurar una identidad que se proyectó mas allá de su tiempo y se transformó en una Escuela. Tuvo entre otros en Lázzari, Cúnsolo, Quinquela, Lacámera, Tiglio, Pacenza, Diomede, Daneri y Victorica los maestros de ese tiempo y la continuidad en Irureta, Presas y Macció.

En el caso particular de Quinquela Martín, la colección nos permite tomar contacto con una de las personalidades artísticas más singulares de nuestra pintura, como así también con un hombre cuya conducta de vida y valores siguen vigentes a pesar del paso del tiempo.

Muchas veces se ha calificado su arte como “una pintura del trabajo”. No es casual esta definición. En cada pincelada, en cada trazo, en ese febril y contundente movimiento de la espátula que va y viene sobre cada tela, late el nervio motor que hizo crecer este país colocándolo entre las primeras naciones del planeta.

Cada obra de Quinquela es una instantánea de esa Argentina que parece perdida. Un país de trabajadores incansables, donde la cultura del esfuerzo regía las voluntades de todos sus habitantes y en el cual esa parte de la ribera del Río de la Plata, la Boca del Riachuelo, que el pintor reflejó como pocos, era la gran puerta de entrada y de salida de la América del Sur.

Un país crisol de razas que se expandía a cada minuto como un monumental hormiguero de obreros y marineros y en el cual los artistas, con sus caballetes y pinceles, formaban parte de ese escenario, confundidos entre los changarines.

En este punto, la obra del genial artista supera su propia génesis para convertirse en un paradigma ético y social de una nación en crecimiento. Cada pintura puede leerse también como un código, como un conjunto de normas, como una fórmula precisa acerca de cómo construir un país pujante y próspero.

La misma receta que el artista aplicó para su vida, y que fue la misma que la de sus contemporáneos, no sólo pintores, sino también músicos, actores, escritores y cineastas de su tiempo. “El primer negocio: la disciplina, el trabajo y el tesón”, según Homero Expósito.

La obra de Quinquela, como la de sus colegas que en esta muestra se aprecia, burló los límites que el espacio tridimensional le impone a la pintura y le dio identidad a un asentamiento aluvional que desbordaba en lenguas y cantares diversos y que buscaba, imperiosamente, definir su identidad. Hoy sus colores parecen repetirse hasta el infinito en cada casa del tradicional barrio de la Boca.

Pero en el caso particular de Quinquela Martín, su ética, su integridad moral, no quedó constreñida únicamente a sus cuadros, sino que trascendió en su propia vida hasta su muerte. Así fue que llevó a cabo donaciones devoluciones, como él gustaba llamarlas- al barrio que lo cobijó cuando, siendo un bebé, llegó desde la Casa de Niños Expósitos a la carbonería de los Chinchela.

Escuelas, dependencias de salud, museos se levantan actualmente sobre los terrenos que este hombre legó a su querido barrio como muestra de gratitud por todo lo que éste le había dado. Sabiamente había entendido aquello que a muchos les lleva toda una vida poder comprender.

Como pocos, hizo realidad y militancia permanente aquello de pintar la aldea. Como Fortunato Lacámera con sus naturalezas o sus interiores decidió narrarle al mundo la realidad del pequeño mundo que lo circundaba y así lo hizo universal. Fue artista pero también cronista, maestro de vida y ciudadano ejemplar.

 

Oscar Smoljan – Director MNBA Neuquén