La presente muestra de Juan Carlos Castagnino es un recorrido por la obra de uno de los más fascinantes artistas plásticos que diera esta tierra. Es el manifiesto de un hombre absolutamente comprometido con la realidad, preocupado por la suerte de sus semejantes y cronista insobornable del destino de su convulsionada sociedad.
Perteneció a esa grey única e irrepetible en la historia de las Bellas Artes nacionales que formaron, entre otros, Spilimbergo, su “maestro” como siempre lo consideró, Gomez Cornet o Victorica. Junto al primero, Colmeiro, Urruchúa y Berni, Castagnino dejó su impronta inmortal en los cielorrasos de las Galerías Pacífico. Como tantas otras veces en sus vidas, estos iluminados hicieron historia.
Valiente y consecuente hasta el fin de sus días, sufrió censura y persecución por su inocultada militancia política y social, a la cual jamás renunció y que, con el paso del tiempo, se transformó en un humanismo universal que lo llevó de un sitio a otro del planeta para defender la paz y los derechos de los más débiles.
Su obra siempre sacó a la luz su clara visión del mundo, ya sea la misma tierra a través de sus maravillosos y emblemáticos caballos, que ya modelaba en barro a los tres años; pasando por sus trabajadores rurales y urbanos hasta sus imágenes de los violentos años ‘60 en la Argentina o la guerra de Vietnam, tan negras como la negra tinta con que las plasmó.
No exageraba Rafael Alberti al señalar en ese inolvidable poema que “entre los valores plásticos” de su amigo Castagnino “puja la pasión humana”, pasión que acompañó fielmente su vida, “la vida en blanco y negro de tintas y papeles, la vida seria, la profunda vida”.
Sus ilustraciones para el “Martín Fierro” publicado por EUDEBA en 1962, un récord editorial histórico en el país, lo introdujeron para siempre en los hogares de millares de argentinos que todavía hoy atesoran esas inolvidables tintas colgadas de las paredes de sus casas. Tal vez sea éste el mejor premio para un artista.
Oscar Smoljan – Director MNBA Neuquén
