Arte y trabajo en Argentina

Mirar la ciudad para entenderla, para comprender a sus habitantes y percibir su destino. La ciudad como modelo frente a la lente del fotógrafo-artista que, al tiempo que la observa y congela en un instante su presente, develando sus misterios más profundos.
Así parece ser a partir de esta muestra antológica de fotografías de Horacio Coppola y Facundo de Zuviría titulada: “Buenos Aires: La ciudad en diálogo” que el Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén tiene el honor de recibir, con el apoyo de Fundación Proa.
Un trabajo realizado a caballo de dos tiempos, en dos épocas distintas de una misma urbe, conectadas por dos fotógrafos pertenecientes a generaciones diferentes, pero unidos en esta muestra por lo que parece ser un mismo desvelo: retratar la ciudad a partir de su cotidianeidad, sus personajes y en su irrepetible momento.
Horacio Coppola falleció a los 105 años el pasado mes de junio, dejando tras de sí una vasta carrera como fotógrafo que abarcó la casi totalidad del siglo XX. Las fotos que aquí se ven fueron tomadas en los años 30 y nos muestran la ciudad-puerto en tránsito hacia su propia identidad, una ciudad con casi más inmigrantes que nativos definiendo sus lenguajes, el que sería su arte y su esencia, más europea en ese entonces que latinoamericana.
Pero también una Argentina distinta, en algún punto perdida en un modernismo que surgía en todas las artes y de la que Coppola da testimonio en cada imagen con implacable lucidez, con el ojo entrenado del artista que fue, el alumno de la Bauhaus de Weimar, el esposo de esa otra gran fotógrafa que fue Grete Stern, el amigo de Jorge Luis Borges, Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal que, ya sobre el final de su vida, confesó que lo que más lo hacía feliz en este mundo era “ver”. A poco más de un mes de su partida, esta muestra es en algún sentido un homenaje a este gran artista.
Facundo de Zuviría, por su parte, se inició en la fotografía profesional en los años ochenta y la ciudad de Buenos Aires que vió a través de su lente poco tenía ya que ver con la que Coppola había inmortalizado en sus fotografías.
Una Buenos Aires multitudinaria y convulsionada, sesgada por décadas de violencia e intolerancia, pero al mismo tiempo una ciudad que empezaba a delinear sus formas urbanas actuales, ya sea desde sus opulentos barrios exclusivos de torres millonarias, como desde sus cada vez más numerosos y hondos bolsones de pobreza, actuales versiones de aquellas “villas miseria” que pintara Antonio Berni en su serie de Juanito Laguna.
Una Buenos Aires en la que lo europeo era ya un monumento del pasado y Latinoamérica una realidad constante y sonante, traducida ahora en millares de inmigrantes de la región deambulando por sus calles en busca de un porvenir que en sus respectivos países se les negaba.
Pero ambos artistas comparten una misma visión de su ciudad. Una casi idéntica moral a la hora de retratar el paisaje urbano que los rodea. Lo humano no es menor a lo urbano y Buenos Aires, tanto en el treinta como en el presente es ante todo una ciudad de seres humanos, cada uno con su historia, con sus sueños, realizados o destrozados, pero con sus sueños, entre ellos, su sueño de .un país mejor y una ciudad a su escala en donde puedan crecer sus hijos y alcanzar la felicidad.
“Buenos Aires: La ciudad en diálogo” es precisamente eso: Una interesante y profunda conversación en imágenes –que valen más de mil palabras- entre dos fotógrafos en torno a la ciudad donde sembraron su ccorazón y sus esperanzas.
Pero a la vez, múltiples ventanas abiertas a nuestra propia identidad y condición como argentinos de este y otros tiempos, mejores o peores, poco importa discutirlo, pero inevitables, tan inevitables como nuestra propia historia.

Oscar Smoljan – Director del MNBA Neuquén