Amalia Pica

El Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén tiene el privilegio de presentar, por primera vez en Argentina, una muestra antológica de Amalia Pica.

Nacida en Neuquén en 1978, esta infatigable creadora ha ganado en pocos años una posición destacada en el concierto del arte conceptual internacional, con muestras en algunas de las más importantes salas y museos de Europa y los Estados Unidos y en acontecimientos culturales de relevancia como la Bienal de Venecia, a la cual concurrió especialmente invitada.

Esta colección que presenta el MNBA Neuquén tiene un doble valor, por un lado la presentación en nuestro ámbito de la obra de una artista joven y consagrada, que el mundo empieza a mirar con interés y admiración y de quien los críticos más importantes han comenzado a hablar hace tiempo con marcada atención.

Pero por otra parte, es la primera vez que sus trabajos son expuestos en la Argentina luego de una intensa carrera en el extranjero y en un museo nacional sito en la ciudad que la vio nacer, lo cual le otorga a esta muestra un valor agregado que no poseen otros artistas.

Las obras que aquí se exponen conforman  una auténtica antología de la estética, el lenguaje expresivo, el pensamiento y la cosmovisión que Amalia Pica pone en juego al momento de gestar una obra.

El hilo conductor que atraviesa casi toda esta muestra es una de las obsesiones y enfoques más fuertes que Amalia posee en cada una de sus creaciones: la comunicación, el proceso por el cual nos relacionamos y transmitimos nuestras ideas, el mensaje que flota entre las personas y el entorno y entre el entorno y el mundo.

El circuito que viene y va llevando y trayendo noticias, contenidos, valores o disvalores, verdades y mentiras, queda expuesto en estas obras como en un laboratorio en el cual Amalia ha desnudado entre el plano estético y el conceptual, a uno de los más poderosos dioses paganos de este tiempo, que es el hecho comunicacional.

Rondan en esta sala todos los instrumentos de esa invención humana presentados en función de cada mensaje que la artista desea expresar. Desde particulares micrófonos a latas conectadas por hilos, como aquellas con las que solíamos emular los teléfonos en nuestros juegos de chicos y que componen la obra central de la exposición.

Pero también están aquí sus paisajes patagónicos de desoladas bardas,en los que se la puede ver empuñando un megáfono, en una poética y desolada metáfora de aquel que está solo clamando en el desierto. La total incomunicación en la era de la hiperconectividad. El paisaje no responde porque lo hemos borrado de nuestras vidas con la tecnología.

Y están sus referencias a la censura de la dictadura con su famosa instalación relativa a los diagramas de Venn, que explican la teoría de los conjuntos de la llamada “matemática moderna”. Es pertinente recordar que esa teoría fue borrada de los programas escolares por la dictadura porque suponía la idea de la inclusión, integración y cohesión, conceptos que la Junta Militar debía excluir de las aulas argentinas.

Una muestra que viene precedida por un hecho poético y artístico absolutamente inédito en nuestra ciudad y en nuestro país y que ha generado un debate que perdurará seguramente más allá de esta muestra y de lo efímero del hecho creativo en sí.

El martes 10 de diciembre, al cumplirse treinta años de la vuelta de la democracia a la Argentina, Amalia, con el apoyo de la Municipalidad de Neuquén y este museo, realizó una de sus conocidas intervenciones a figuras ecuestres de próceres americanos, pintando con tiza el caballo del monumento al general San Martín que preside el centro neurálgico y urbano de nuestra capital.

Tal como lo hiciera en Montevideo con otros monumentos, su intervención en la estatua del Libertador, lejos de constituir un hecho vandálico –la intervención no afecta en manera alguna a la obra- entraña un acto absolutamente artístico, un mensaje claro en un día emblemático para los argentinos.

A treinta años de recuperada la democracia, Amalia Pica nos ha dicho que aquella visión idílica e infantil con que la historia pintó a los padres de la Patria en los manuales escolares, se ha ido diluyendo en el tiempo como la tiza con el agua, dejando al descubierto la verdadera materia de la que se componen los próceres, que es la esencia humana.

Esa expresión de arte efímero que Amalia nos regaló el 10 de diciembre, también el Día de los Derechos Humanos, no es otra cosa que la confirmación de la propia finitud de los mitos que alguna vez construimos, así como la necesidad de rescatar, por sobre todo, a esos hombres y mujeres que, con virtudes y defectos,construyeron la Patria y nos dieron la libertad.

Bienvenido el debate en estos tiempos esquivos para la tolerancia porque, si a raíz de estas obras de Amalia surge la discusión –con respeto- entre nosotros, entonces su obra, sus ideas, su talento y creatividad que le han deparado el merecido lugar que hoy ocupa, han cerrado el círculo eterno del arte, que no es otra cosa que la más maravillosa versión de la comunicación humana.

Oscar Smoljan –Director Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén